La generación que NO quiere Budo real

Quieren lucir con el keikogi bien limpio y planchado para las fotos del dojo que suben a Instagram. Quieren poner en Facebook que entrenan artes marciales para que todo el mundo pueda darle al “me gusta” y ponerles un comentario de asombro y admiración: ¡Cualquiera se mete contigo! Quieren twittear una publicación digna del hashtag #entrenandobudo. Pero son de la generación que NO quiere Budo real. Y no estoy hablando solo del Budo de la Bujinkan sino de cualquier arte marcial.

Bucean por internet, por facebook, por google, en un intento de encontrar el arte perfecto para ellos y el maestro adecuado, preferentemente al lado de su casa, claro. Como si trataran de hacer un pedido de pizza a domicilio. Leen artículos de dudosa calidad del tipo Los cinco mejores artistas marciales o Aprende los secretos del Budo en 10 pasos, con la esperanza ilusoria de que eso les pone en el camino correcto. Invierten más tiempo en sus perfiles de las redes sociales, en el postureo fotográfico, en lecturas de dudosa calidad y en el visionado de videos de youtube que en pisar un tatami y sudar el keikogi. Son los cyber-budokas. No quieren Budo real.

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Quieren la fachada. Aparentar que son guerreros, budokas, artistas marciales de verdad, pero tan solo es fachada, no quieren ni están dispuestos a realizar el esfuerzo y el sacrificio que eso supone. Quieren saber golpear y conocer los puntos vitales, pero no quieren ser golpeados. Quieren saber hacer una luxación de brazo como en las películas de Steven Seagal pero chillan como conejos si la reciben ellos. Quieren promesas, pero no quieren compromiso real. Quieren decir que hace ya tantos años que entrenan, cuando en realidad sólo están apuntados y pagan la cuota mensual, pero no aparecen por el tatami más allá de unos cuantos días al año.

Son aún jóvenes y fuertes, pero detestan el esfuerzo que requiere el verdadero entrenamiento marcial. Prefieren ver un vídeo o jugar con la Play a un juego que mola mucho de guerreros marciales con superpoderes. Cuando entrenan, los pocos días que lo hacen, quieren hacer técnicas vistosas y complicadas, muchas diferentes, más, más, más, a su aire, inventando, pero no están dispuestos a perseverar en la base, eso es muy pesado y aburrido. Voy a hacer lo que me dé la gana, incluso delante del profesor, que para eso pago.

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No quieren una relación seria con el Budo, quieren un contacto ligero, un Me Gusta, pero nada a fondo. Quieren la ilusión de ser budokas, pero sin serlo de verdad. Quieren todas las recompensas, diplomas, parches, grados y fotos con maestros pero sin asumir ningún riesgo, a coste cero. Quieren comprometerse un poco, pero no al cien por cien. Y cuando la cosa se empieza a poner seria, y hay que tomar decisiones y compromisos, y sacrificarse de verdad, entonces huyen como conejos, se esconden tras cualquier excusa o simplemente desaparecen sin dejar rastro.

Hay muchos gimnasios y dojos por ahí, muchas artes marciales diferentes y muchos maestros. Ya encontrarán otro sitio donde no les conozcan, y donde podrán volver a empezar su ciclo de ilusión, y donde podrán decir que ellos ya tienen experiencia marcial. Como si practicar un arte marcial pudiera hacerse descargándose una app nueva en el móvil y practicando con ella mientras van en el metro. Y cuando ya no la utilicen, la borran y se bajan otra que ha salido nueva, más chula, con más sonidos y colorines.

Y siguen viviendo su fantasía. Y aún así creen que tienen derecho a decir que son artistas marciales, el malo es su maestro que es demasiado exigente, que les dice que para conseguir resultados tienen que entrenar más, en el dojo y fuera de él, que tienen que ir a todas las clases, que tienen que ir a cursos, que tienen que invertir tiempo y esfuerzo y dinero y sacrificio y sangre y sudor y lágrimas. Y también luego leer libros, y artículos, y ver vídeos. Claro. Pero luego, a más a más. Lo importante es el entreno. Lo primero es el esfuerzo y el compromiso.  Pero no, ellos creen que no, su maestro está equivocado, porque nuestra sociedad enferma, podrida y manipuladora les ha enseñado a través de películas, cómics, anuncios y video juegos, que sí, que existen maestros con poderes misteriosos y artes supremos, que pueden llegar a dominarse fácilmente sin esfuerzo. Pero luego nada de eso aparece en sus vidas reales, y se preguntan ¿por qué?

Dani Esteban -Kôryu-

13 respuestas a «La generación que NO quiere Budo real»

  1. Buenas,
    Soy practicante de Budo. Desde mi punto de vista este texto refleja un sentimiento de frustración bastante profundo. El sentimiento de un maestro, o alguien que se llama maestro a si mismo, que pierde alumnos porque «no saben comprometerse con el Budo real». Esto sin embargo no pasa en todos lados… Siempre habrá gente que no guste de la práctica marcial y no dure mucho tiempo entrenando, pero los que se quedan lo hacen porque el maestro ofrece algo real, algo que funciona, algo que revela un camino, un cambio de concepción. Esto, sin embargo, es muy poco común. En mi corta experiencia en el mundo del Budo he visto muy pocos maestros, sensei o instructores, de los cuales la mayoría no despertaron interés o lograron enseñarme algo verdaderamente interessante: eran gente que se dedicaba a hablar, hablar y hablar (que no está mal) pero en un arte marcial las cosas de demuestran y enseñan practicando, en otras palabras, se demuestran físicamente. Solamente he entrenado con 2 maestros que me dieran eso: una experiecia verdadera, unas explicaciones indiscutibles (ya que las demostraban ante cualquier ataque realizado por mi) y una forma de entrenar, en el dojo y en casa, que me daba resultados y me hacía mejorar.
    Puede que no tenga una dilatada experiencia en el mundo del Budo, pero un maestro que no puede defenderse de un alumno nuevo que quiere probarlo como artista marcial no debería llamarse maestro.
    Como conclusión general: Es cierto que hay mucho «postureo» de internet, pero también es cierto que hay mucho «falso sensei» y esto decididamente afecta en la motivación de los alumnos por entrenar.

    1. Hola. Te equivocas totalmente si te refieres a mí personalmente. Para empezar yo jamás me llamo a mí mismo maestro, sino instructor. Y el texto es una reflexión genérica sobre la tendencia que veo estos últimos años en el mundillo de las artes marciales en general, sobre todo en las más tradicionales. No estoy hablando de mí, ni de Bujinkan solamente, repito que es a nivel general y después de hablar y tener mucho contacto con gente de otras artes marciales, básicamente instructores, constato que es algo bastante común entre la gente más joven que se acerca a las aamm. Personalmente estoy muy feliz con lo que tengo y lo que hago. Ningún sentimiento de frustración. Los que están conmigo saben perfectamente lo que hay. Eso sí, soy bastante exigente. Y estoy totalmente de acuerdo contigo en que las cosas se demuestran en el tatami, y te invito al mío cuando quieras, de buen rollo, para que puedas opinar con fundamento. Muy de acuerdo también en lo de los «falsos Sensei», pero no creo que eso afecte a la motivación de los alumnos, puesto que cuando un nuevo alumno llega al dojo de uno de esos «falsos Sensei», primero, no sabe si es falso o un charlatán o es verdadero, y segundo, ese falso Sensei seguro que no le va a ofrecer Budo real, sino Budo falso y charlatanería barata. Con lo cual si eso le complace se quedará con él engrosando las filas de los McDojos o de los filósofos del Budo cósmico. El problema será el pobre que esté buscando Budo real y se tope dos o tres veces con falsos Sensei, entonces eso sí que quizás le afecte y decida abandonar y no seguir buscando.Pero es harina de otro costal. No es de lo que trata el texto. Saludos

      1. No, no me refiero a ti. No te conozco, no se cómo eres ni he asistido a tus clases. Me referia al sentimiento que me transferia el texto. Por otro lado, buscaba una explicación alternativa al «postureo» y la desgana.
        Gracias por la invitación, soy de fuera de Barcelona pero si alguna temporada me acerco con gusto os visitaré! Aprender siempre es bueno!
        Saludos!

      2. Pues no te has explicado bien o yo no he sabido entenderte. Es bien cierto que puede ser frustrante para un instructor el hecho de perder alumnos por ese motivo. En mi caso personal es al revés, porque precisamente lo que no quiero de ningún modo son ese tipo de alumnos. Por ello, si tuviese alguno y se marchase sería una liberación. De hecho yo mismo he animado algunas veces a alumnos a marcharse por esa falta de compromiso. En alguna ocasión eso ha resultado en un revulsivo para fortalecer su compromiso y en otros ha servido para liberarnos de ese lastre que supone este tipo de gente, que más que alumnos son simples «pagacuotas» como les llama un compañero. En cualquier caso es gente que ni a mí como instructor ni a mis alumnos nos interesa tener en el dojo. Saludos.

  2. Esperaba más del artículo. Hubiese sido muy bueno tener una estadística que avalé lo tratado en el mismo. Después de leer el segundo párrafo, me di cuenta de que todos reflejaban la misma idea. Sin embargo, lo leí completo con la esperanza de encontrar una propuesta que solucione ó mitigue está problemática. Bueno… no la había.

      1. Ya… No sé si pueda ser la solución pero puede servir de ayuda. En este link (bit.ly/2ozK0Xr) hay una perspectiva diferente a lo que planteas, algunas causas y una posible manera de abordar el problema según expertos de otras ramas no marciales, ya que no es una situación exclusiva de los dojos sino, más bien, social.

      2. Leído y comentado (respondido) en su blog.
        Saludos.
        Le copio aquí también la respuesta.:

        Buenas. Soy Daniel Esteban, autor del artículo al que usted se refiere y propietario del blog en cuestión: https://bushidojo.wordpress.com/

        Antes de nada muchas gracias. Es un aliciente y un placer que mi artículo despertase su interés y se tomase la molestia de escribir este, en posible respuesta.

        Me ha gustado mucho su artículo, pero debo puntualizar algunas cosas para aclararlo.

        Usted comenta que llegó a la conclusión de que mi descripción señalaba directamente a los llamados Millennials. Eso no es así. O al menos no lo pretendía. Mi «crítica» iba dirigida no solamente a esta franja de edad, sino a un tipo general de personas, que independientemente de en que año o época hayan nacido, se comportan de dicha manera. Quizás el problema provenga del título que puse al artículo, usando la palabra «generación».

        Comenta que «lamentablemente» mi artículo no ofrecía ninguna propuesta para solventar el problema. Efectivamente, el artículo se limitaba a poner sobre la mesa un problema existente y muy general, para el cual desconozco totalmente la solución, y aventuro que quizás sea un problema sin solución.
        Los dinosaurios de las artes marciales ya se extinguieron o están a punto de ello, y personalmente el budo real creo que ya no tiene cabida en la sociedad en que vivimos, más allá de un remanente quasi folclórico…que algunos intentan (o intentamos) mantener.

        Personalmente NO me interesa en absoluto llenar mi dojo de Millenials ni de sus sucesores, ni para nada adaptarme a ellos.
        Mi objetivo no es ganar dinero, ni tener muchos alumnos, sino preservar una tradición y disfrutar de ello.
        Afortunadamente me gano la vida con un trabajo, no dando clases de budo, por lo cual puedo ser muy selectivo y permitirme el lujo de tener únicamente un reducidísimo número de alumnos realmente interesados y comprometidos, sea cual sea su franja generacional.

        En cualquier caso, me ha gustado mucho su «investigación» y creo que es muy recomendable e interesante para aquellos que sí deseen captar a estas generaciones modernas.
        A mí personalmente, ya se me pasó el arroz, como decimos por aquí.

        Sin embargo, espero con expectación su próximo artículo: «6 tareas a realizar para tener un dojo con millennials»

        Un placer!
        Daniel Esteban

  3. Que opinas de los alumnos que han dejado de practicar el Budo por que se han sentido traicionados, por sus maestros o instructores, por que han echo lo que han estado criticando durante años las practicas de otros maestros o instructores

    1. Opino que abandonar es la peor decisión que pudieron tomar si REALMENTE les llenaba el Budo. Primero deberían haber hablado con su maestro/instructor para intentar aclarar el tema, y si no es solucionable, deberían haber buscado otro maestro/instructor en el que pudiesen confiar 100% o que cumpliese sus expectativas. Es el camino que yo mismo tuve que seguir en varias ocasiones. Pero no abandoné porque mis maestros/instructores hubiesen obrado mal según mi criterio, simplemente les abandoné a ellos y busqué a otros, que más tarde también me defraudaron y volví a cambiar…y así uno va creciendo, porque lo malo no es el Budo sino las personas. El arte es puro y perfecto, somos nosotros los imperfectos. Y es muy probable que yo también haya cometido errores por los que algún alumno me haya abandonado. Nadie está libre de pecado.

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