Crear tu propia realidad marcial

Cada uno de nosotros vive su arte marcial a su manera. Nuestra percepción se basa en varios factores y, un poco como una religión, acabamos desarrollando una fe ciega, una creencia inquebrantable en nuestro arte marcial hasta el momento en que…

Todo practicante de artes marciales está un día u otro convencido de que está practicando el mejor estilo de arte marcial que existe. Sus compañeros de entrenamiento lo pueden certificar y sobre todo las palabras de su maestro están ahí para reforzar esta certeza. Algunas escuelas dirán que entrenan soldados y que, por lo tanto, son necesariamente los más capaces de defenderse. Otros se jactarán de sus actuaciones en las últimas competiciones de lucha. Algunos creerán en una energía invisible capaz de proyectar al más fuerte de los oponentes con una simple proyección de ki. Varios otros se basarán en las leyendas que se han ido contando a lo largo de los años sobre el arte ancestral que practican.

Todos nos creamos un ideal al proyectar una visión de nuestro arte marcial como nos gustaría que fuera. Terminamos aceptando todo sobre nuestro arte sin hacernos la menor pregunta. Pero la realidad es bastante diferente. Ningún arte marcial es perfecto, y ningún arte marcial puede adaptarse a todo el mundo. Debemos encontrar el arte marcial que más nos convenga y sobre todo debemos aprender a detectar sus límites y cómo estos límites pueden perjudicarnos si no los tenemos en cuenta.

De vez en cuando les digo a mis alumnos que no me crean ciegamente. Que deben estar atentos para saber si lo que digo tiene sentido común, lógica, y si es aplicable en una situación real. Siempre hay que cuestionarse y ver los límites de una técnica. Un día un instructor garantizó que un golpe de rodilla a la altura de la nalga (nervio ciático) haría perder el conocimiento al adversario. Golpéame así y te aseguro que no me desmayaré (hice la prueba). Vemos un montón de técnicas que apuestan por un aspecto espectacular y que a primera vista parecen efectivas, pero que olvidan que el oponente tiene dos manos y que un solo toque en una oreja puede cambiar por completo la situación del combate.

Con demasiada frecuencia, los instructores que hablan como si fueran Rambo nunca se han enfrentado a situaciones de riesgo en la vida real. Estos instructores tienden a garantizar la destrucción de sus oponentes con, demasiado frecuentemente, una violencia innecesaria en la mayoría de los casos. Apostarán por la espectacularidad, el codazo que hace sangrar la nariz, el agarre a las orejas dando un rodillazo a continuación, etc. Aparte del patio de la escuela de su juventud, la mayoría de estas personas nunca se han enfrentado a amenazas de múltiples adversarios o contra varias armas blancas. La gente que sí lo ha vivido, pienso entre otros en un señor que estuvo en Vietnam en su época y que estaba entrenando gente de los SWAT, son personas tranquilas, que nunca garantizan nada y que no necesitan alardear de sus técnicas guerreras para potenciarse . Este tipo de individuo no se inmuta cuando golpea al oponente, y con cada ataque que realiza, lo hace sin darle oportunidad al oponente de usar su otra mano o patear.

Desconectarse de la realidad, o más bien crear una falsa realidad, nos impide cuestionar la eficacia de la técnica y sobre todo las zonas de vulnerabilidad que deja la técnica. La realidad es que cuando miramos una técnica, solo vemos el resultado de la práctica en el dojo. No vemos que en la realidad el oponente puede usar una rodilla, su otra mano o simplemente su cabeza para golpear al otro (en este caso nosotros) y zafarse de una multitud de llaves. No vemos que un dedo en la oreja, en una fosa nasal o en un ojo puede cambiarlo todo.

Debemos ser conscientes de nuestros límites, y de los de nuestro arte marcial. La realidad de una pelea no tiene nada que ver con un deporte de combate. Tenemos que aprender a diferenciar las artes marciales del budo real. Pero esa es otra historia.

Bernard Grégoire

Dai Shihan Bujinkan Québec

Texto original publicado en el blog de Bujinkan Quebec .

Traducción de Dani Esteban -Kôryu- con permiso del autor

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Bujinkan family

La Bujinkan no es tan solo una escuela de aamm, somos una gran familia. Estos días compartiendo con Nir @nir_megnazi que ha venido desde Estados Unidos por asuntos personales y está aprovechando para entrenar con nosotros y también compartir sus conocimientos.

Bujinkan is not only a martial arts school, but a big family. These days sharing with Nir, @nir_megnazi who has come from USA for personal reasons and is training with us and also sharing his knowledge.

Bushi Dojo cumple hoy 29 años de existencia.

Fue el 4 de mayo de 1994.  Hoy hace exactamente 29 años desde el día en que junto a mi hermano marcial Kim Oliveras fundamos nuestro propio dojo, Bushi Dojo, en el barrio del Poble Nou de Barcelona, para transmitir el arte y las enseñanzas de la Bujinkan de Hatsumi Sensei.

Ahora tengo 58 años, justo el doble. Eso quiere decir que tenía 29 años cuando empecé la aventura de Bushi Dojo. Así pues llevo la mitad de mi vida al frente de este pequeño dojo. Ahora ya en solitario desde la marcha de mi hermano Kim.

Y no está siendo nada fácil mantenerme. Hemos pasado por todo, y aunque hemos logrado superar la pandemia, estos últimos años están siendo muy difíciles.

A día de hoy, con casi 60 años a mis espaldas, bajar la persiana de Bushi Dojo es una opción que cada vez está más presente en mi cabeza. No creo que nadie pudiera reprocharme nada si al final lo hiciese.

Sin embargo, cuando ya creo que estoy a punto de tomar esa decisión, me viene de nuevo a la cabeza el famoso proverbio japonés, Nana korobi ya oki: “Siete veces te caes, ocho veces te levantas”. Eso, mi pasión por el Budo y mis pocos aunque fieles alumnos, que más que alumnos algunos son ya amigos, compañeros de viaje, hacen que no desista todavía, que no tire la toalla, que no me rinda aún.

Lejos quedan ya los viajes a Japón, que no volverán, los cursos, etc.

Pero vamos a resistir un poco más. Vamos a por lo menos intentar llegar a los 30, una cifra redonda. ¿Cerrar el círculo?

Y luego ya veremos hacia dónde nos llevan los vientos marciales. Pido a los Kami que nos sean favorables.

Bufu Ikkan

Dani Esteban -Kôryu-, Bujinkan 15º dan Dai Shihan

Las katas de escuela son «sólo» formas de transmitir una idea

Por supuesto estoy hablando de los katas de las escuelas que conforman la Bujinkan. Desconozco si en otras artes o sistemas sus katas tienen otro significado o sirven para otras cosas, pero yo personalmente estoy convencido de que en nuestras escuelas no son ni más ni menos que una manera de transmitir y enseñar unos conceptos básicos para los miembros de dichas escuelas.

Podríamos coger cualquier técnica de cualquier nivel de nuestras escuelas y basándonos en el concepto que quiere transmitir, idear un kata diferente en su forma externa pero que podría servir exactamente para el mismo cometido.

Muchas veces las «técnicas» o katas se transmitían de maestro a alumno pero no estaban escritas en ningún papel. Fueron creadas para transmitirle a los estudiantes un concepto básico (o no tan básico). Y una vez que el concepto era entendido y asimilado el kata en sí ya podía ser olvidado puesto que el alumno ya lo tenía integrado y era capaz de aplicarlo con total naturalidad. Esa forma o kata en concreto prácticamente nunca va a ser posible aplicarla en una situación real debido a los múltiples factores que van a influir en cada momento. Así pues la forma «estándar» ya no sirve para nada excepto para seguir transmitiendo la idea o el concepto que encierra a otros alumnos.

Hatsumi Sensei ha declarado en varias ocasiones que los kata de algunas de nuestras escuelas tal y como las conocemos hoy es muy posible que no tengan más de un siglo de antigüedad o poco más. Cuando Takamatsu Sensei envejeció decidió que quería transmitir las tradiciones que había heredado de sus maestros de hombre a hombre a Hatsumi Sensei. Pero pronto decidió también que había llegado el momento de poner esas enseñanzas por escrito, si bien el kuden que las acompaña se remonta mucho más atrás en el tiempo.

Si tomamos por ejemplo un kata clásico de una de nuestras escuelas, una que todo el mundo conoce es el kata Koku de la escuela Gyokko Ryu. Bien. ¿qué contiene dicho kata? El uke nos ataca con un puñetazo y una patada. En la versión más común, comienza con un paso derecho y un puñetazo derecho (migi fudou ken) juntos, seguido de una patada derecha a altura media. La respuesta de tori a esto es hidari uke nagashi, migi omote kitenken, hidari keri kudaki y hidari shito ken.

Este conjunto de movimientos son solo movimientos básicos que cualquier arte marcial debería practicar, no hay nada más simple que esto. El orden de los movimientos no es importante, lo importante es que el alumno sea capaz de aprender estos movimientos, hacer que formen parte de él y que sea capaz de entender cuándo y cómo puede aplicarlos luego en cualquier otra situación.

Y entonces ¿hay algún significado «oculto» en el concepto de Koku?

En el Amatsu Tatara Hibun dice lo siguiente sobre Koku:

«El vacío contiene muchas cosas. Cuando uno toma la forma de Kokuzo, controla la mente y el movimiento de su oponente con su propio movimiento. Tu enemigo tendrá una forma y tú permanecerás sin forma. Ganarás si te conviertes en el espacio vacío. Sé capaz de aprovechar la situación que has creado con tu vacío y luego ataca y gana. Incluso cuando estés en desventaja, ganarás».

Así pues esto podría significar que en el nivel de “Koku” el estudiante está aprendiendo movimientos básicos, aprende formas de bloqueo y ataque básicas, aprende a evitar ataques y a crear espacios para poder generar sus propios ataques.

Cuando uno ha estudiado a fondo una escuela debería tener una comprensión suficientemente buena de lo que es importante extraer de cada forma o «kata». Después de practicar la «forma básica» o la llamada «forma pura», sería responsabilidad del maestro crear otros patrones que se adapten a este concepto para su alumno. Lo que llamamos «henka» o cambio o variante.
Repetir rutinariamente las formas básicas una y otra vez no conducirá a ningún progreso real. Son el kuden y el henka que se han compartido a lo largo del camino los que le brindan al alumno la capacidad de aplicar la idea y ser lo suficientemente flexible como para cambiar cuando lo necesite. Un Ryu o estilo no está contenido en sus formas o katas. Es a lo que Sensei se ha referido a menudo como «leer entre líneas». El simple hecho de aprender las formas básicas de una escuela no significa que domines el arte. Simplemente significa que el viaje acaba de comenzar.

Dani Esteban -Kôryu-, Bujinkan Dai Shihan

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Nota: Gracias a Sean Askew ya que la relectura de un antiguo texto suyo me ha hecho escribir este artículo puesto que concuerda perfectamente con mis pensamientos y esta idea es algo que siempre les explico a mis alumnos. Bastantes fragmentos del mismo son puras traducciones adaptadas de su texto.

Dojoyaburi o Dojoarashi

Históricamente existió en algunas escuelas de artes marciales japonesas una tradición o costumbre bastante curiosa y singular llamada dojoyaburi o dojoarashi que podría traducirse como «asalto al dojo» o «tormenta en el dojo» y que consistía en visitar una escuela de artes marciales rival para retar a su maestro, dejarla en evidencia y «robarle» a los alumnos. A veces no eran los maestros de cada escuela o dojo los que se enfrentaban en lucha sino que podían designar a su mejor luchador para afrontar el reto.

Era una forma de ganar popularidad y nuevos estudiantes y fue practicada básicamente por escuelas de kenjutsu y jujutsu. Esta práctica fue prohibida durante un tiempo pero volvió a resurgir durante el período Edo, cuando se levantó dicha prohibición.

Se pueden encontrar ejemplos modernos de esta costumbre. La más conocida la encontramos a finales del siglo XIX, cuando la escuela de judo Kodokan era particularmente conocida por su intensa actividad de dojoyaburi, provocada por la oposición de otros estilos de jujutsu.

La rivalidad entre la escuela de judo Kodokan y la escuela Totsuka de Yoshin-ryu jujutsu ocurrió en la década de 1880 durante la Restauración Meiji en Japón. Se dieron varios desafíos y torneos, y su resultado supuso el declive de las escuelas tradicionales de jujutsu y el auge del judo como arte marcial institucionalizado. Aunque rodeado de controversia y leyenda debido a fuentes inconsistentes, se ha considerado una parte vital de la historia del judo.

La escuela Yoshin-ryū, más específicamente la rama fundada por Hikosuke Totsuka, había sido considerada la escuela de koryu jujutsu más grande e influyente de Japón desde el final del período Bakumatsu en 1868. Aunque tenía su sede en Chiba, tenía su principal campo de operaciones en Tokio y tenía fama de tener tres mil aprendices solo en esa ciudad. En contraste, la escuela Kodokan no se creó hasta 1882, cuando un practicante de los estilos Kitō-ryū y Tenshin Shinyō-ryū llamado Jigoro Kano estableció las bases de su propia disciplina marcial, el judo, con un puñado de aprendices. El rápido ascenso en popularidad y éxito del Kodokan fue fuente de conflicto con el resto de escuelas nacionales de jujutsu, entre ellas la Totsuka Yoshin-ryū, que veían el estilo de Kano como una amenaza a su hegemonía y una señal de falta de respeto a las antiguas tradiciones.

El primer contacto registrado entre Kano y Totsuka ocurrió antes de la existencia de Kodokan, cuando Kano todavía era un estudiante en la Universidad de Tokio y un mero aprendiz de jujutsu. Durante una exhibición del estilo Yoshin-ryū, organizada por las autoridades universitarias en 1880 y dirigida por el hijo de Hikosuke, Hidemi Totsuka, el joven Kano dejó los asientos de los espectadores y se unió a los jujutsukas durante su randori para probar sus propias habilidades. Sin embargo, Kano fue dominado, siendo arrastrado por su oponente sin lograr marcar una técnica. Aún así, su actuación fue lo suficientemente buena como para evitar una derrota total y pudo obtener un empate, lo que atrajo los elogios del propio Totsuka, pero la experiencia solo sirvió como motivación para perfeccionar sus habilidades.

Kano continuó su aprendizaje de jujutsu y estableció su escuela, Kodokan, popularmente llamada «Kano-ryū» o «Kodokan-ryū» por otras facciones, en 1882. Poco después, él y sus seguidores se vieron sujetos a la práctica de dojoyaburi, donde luchadores de otras escuelas de jujutsu llegaban a su sede para desafiarlos a pelear. Los duelos entre miembros de diferentes escuelas se llamaban y solían ser competiciones brutales con muy pocas reglas. La oposición de los jujutsukas al Kodokan fue alimentada no solo por la rivalidad marcial, sino también por la incorporación de Kano de ideas modernas y extranjeras y su papel como educador e intelectual.

Jigoro Kano de joven

Una práctica similar al dojoyaburi sucedió en la lucha libre profesional, donde luchadores legítimos como Yoshiaki Fujiwara se hicieron famosos por enfrentarse y derrotar a artistas marciales que llegaron a desafiar su promoción. La historia del vale tudo y las artes marciales mixtas también contiene varios casos de tormentas de dojo, más notoriamente las realizadas por la familia Gracie como parte de su historia promocional del Jiu-jitsu  brasileño, que condujo a la creación del Ultimate Fighting Championship (UFC).

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